
Introducirlos en el horno a 180º dándoles vuelta de vez en cuando hasta que estén blanditos y doraditos. Eso significará que ya están asados.

Cuando hayan cogido temperatura ambiente (podeis envolverlos cuando los saqueis del horno en papel plata hasta que estén fríos) pelarlos y cortarlos en tiras con las manos, de manera tosca. No tireis el jugo que hayan soltado los pimientos, verterlo encima. Yo les añado un chorrito de vinagre y una puntita de azúcar antes de guardarlos en la nevera. Probadlo y vereis el toque que les da.

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